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Julia Cristina Ortiz Lugo

Lxs docentes universitarios de lengua materna somos imprescindibles

Actualizado: 26 ene 2021

La incesante y diversa actividad artística que hay en Puerto Rico emboba y enorgullece. Disfruto con admiración, sobre todo, lo que están haciendo nuestrxs jóvenes. Me emociona ver con la capacidad y seriedad con la que acometen nuestras tradiciones, innovándolas. Eso es verdaderamente la regla de oro del folclor: tradición y variedad.


Me sobrecoge tanto talento, tanta creatividad, tanto empeño. Sin embargo, igual que en los pasos de comedia más famosos durante este periodo pre y pos eleccionario el problema se repite. La música es perfecta, las instrumentaciones, las voces, las ejecuciones, así como la producción, el uso de la tecnología, la integración de medios, la cualidad artística y las actuaciones son impecables, dan orgullo. Me frustro cuando trato de emocionarme igual con los textos y no puedo. En honor al talento los sigo viendo, en honor al esfuerzo trato de disfrutarlos. Pero, como siempre fui maestra de español, tengo conflicto de interés. Quienes cosen no disfrutan una pieza de ropa que se vea bien, pero que tenga costuras mal terminadas. Lo mismo nos pasa a quienes trabajamos con la escritura, el significado y el oficio de ordenar el pensamiento.




Tanto en las comedias como en muchos de esos proyectos artísticos los textos son mayormente incoherentes, llenos de clisés, fallan grandemente en las transiciones y son como una lista de temas que se querían incluir, aunque no tuvieran ni orden ni concierto. Muchas veces terminan en un reguerete de clisés sentimentaloides sobre la patria, sobre el pasado y el presente, insufribles. En el caso de la comedia televisiva, ver artistas con tanto talento histriónico desperdiciado en una o dos fórmulas que se estiran hasta el cansancio semana tras semana, los mismos chistes, las mismas situaciones que esos artistas consumados son capaces de poner a funcionar con dignidad, me hace rabiar. Por falta de situaciones para parodiar no es, pero por falta de imaginación y dominio del oficio, sí. El coraje me viene por dos vías.


La primera porque la realidad nos sobrepasa. Este país tiene historia propia, tiene narraciones, tiene situaciones y realidades que se han ido amasando a lo largo de toda nuestra historia como pueblo. No hay que buscar la inspiración copiando lo que se hace en otros lugares. Con solo estar atentxs tenemos el material. Y la segunda, porque ese desdén que hemos desarrollado hacia nuestra lengua materna se nota. Y no se confundan, que no me preocupa si dicen una palabra mal dicha o si usan una palabra en inglés. Se trata de que nuestra función como profesorxs debió ser y es, enseñar a leer analítica y críticamente, a escribir resistente y coherentemente para ser exitosxs y profundxs tanto en la crítica y el pensamiento como en cómo se comunica el mensaje. Nuestra obligación con esa juventud que hoy produce era, y con la que se levanta es, entre otras, explicar cómo se logra la coherencia, cómo se reconoce y se huye del lugar común. Moviéndonos siempre en lo mismo, jamás lograremos ejercitar nuestro pensamiento, jamás alcanzaremos el nivel de cuestionamiento que necesita nuestra realidad. La función del profesorado de español no es hacer a la gente culta. Entendiendo lo que viven, cuestionando su entorno, aclarándose sus posiciones y entendimientos y comunicándolos efectivamente serán parte activa y poderosa de nuestra cultura. Lo que es mejor, la producirán.


Otro asunto es que debemos aceptar cuando hay proyectos que nos quedan grandes. Puedo ser talentosa componiendo música, dirigiendo y produciendo, usando la tecnología, inventando tramas, pero si no sé escribir, puedo buscar la ayuda de quien sepa. Solo a lxs docentes de español nos pasa que cualquier persona que habla la lengua se siente preparado para enseñarla o para escribir textos complejos. Siempre hemos tenido que sufrir que se nos menosprecie. Jamás usted se atrevería pedirle una charla a un médico o a un abogado gratis, a nosotrxs todo el tiempo, y si decimos que no, es porque no somos “cooperadores” o nos gusta mucho el dinero. Si usted usa los servicios de un perito, está esperando la cuenta, pero si necesita que le editen un trabajo confía en que será gratis, en que eso no “es tanto”. Me encantaría saber en qué lugar de Puerto Rico, escuelas o Universidades, se estimula con propuestas o proyectos el que más estudiantes aprendan o se dediquen a la enseñanza del español.


Pero aun si estuviéramos de acuerdo en que nuestra función es iniciarlxs en “la gran literatura” conociendo y ejercitando las dinámicas de la escritura mientras lee esos textos seguro que la disfrutarían más y les serviría más para entender e interiorizar lo que allí se les presenta.


Y que nadie me malinterprete, NO me refiero a la vuelta a la enseñanza fría de las reglas de acentuación y gramática que mucha gente ve volver a los salones hoy día con ojos golositos. Creo y seguiré creyendo en que el mejor servicio que podemos hacer lxs docentes universitarixs de lengua en los primeros años es acompañar en el proceso de lograr que nuestrxs estudiantes puedan ordenar su pensamiento. Somos importantes y se nota cada vez que sufrimos artistas maravillosos con guiones repetitivos e insulsos, congelados en el tiempo desde que empezó nuestra televisión, o cada vez que escuchamos tradiciones renovadas y preciosas con cuentos insufribles, monótonos o incoherentes. No es cierto que hay que estimular solo las Ciencias y la Tecnología, ése es otro cuento extranjero de los muchos que nos encanta copiar y repetir. Reclamemos nuestro espacio, somos imprescindibles: no hay ciencia, ni tecnología, ni pensamiento revolucionario ni acto de liberación posibles mientras no seamos capaz de construir un discurso que se entienda, que llame, que convoque.

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