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Julia Cristina Ortiz Lugo

En mi corazón SIEMPRE llevo a mi hijo

No me gusta el cuchi cuchi de San Valentín. Tampoco la hemorragia de amolllll. Pero… como hay pandemia, haré un alto para escribir algo que tengo ganas.


Estuve 12 años al frente de la Revista Miradero. Ese proyecto fue posible gracias a la incansable y creativa labor de mi hijo Raúl José Feliciano Ortiz. Se lo echó encima desde 0. Luego de un primer número en papel, nos dimos cuenta de que ni Casa Paoli ni nosotros teníamos los medios para sostenerla en papel y decidimos movernos al cíberespacio. Contábamos con la buena fe y la formación de mi hijo. Fue él quien la diseñó, quien abrió las cuentas de Facebook y Twitter, fue quien nos dirigió a ISSUU, pero más importante aún, fue quien buscó lxs seguidorxs para todas las cuentas. Si tuvimos una linda comunidad de seguidorxs se lo debemos a él. Día y noche con diligencia y responsabilidad, leía, estudiaba, ponía en práctica y cosechábamos los resultados. Fue él quien consiguió el permiso para incluir y traducir una entrevista del Dr. Trevor Owens con el Dr. Robert Glenn Howard; lo que es un evento importante que pasó inadvertido. Fue él también quien consiguió internacionalizar nuestros números con participaciones de diversos lugares de Hispanoamérica y el Caribe. Raúl José siempre fue, durante ese periodo que duró la Revista el mayor estímulo y el mejor Director de Medios que pude soñar.


La presencia de las revistas arbitradas acabó con el proyecto, porque no teníamos ni medios ni recursos humanos para lograr convertirla en una. Se hizo cada vez más difícil seguir y poco a poco nos dimos cuenta de que era hora de migrar a otra idea. Fue a él también que se le ocurrió hacer algo más sencillo y manejable. De ahí nos movimos a Proyecto Ekundayo. Fue él quien hizo toda la investigación de qué plataforma era más conveniente a partir de nuestros medios. Fue quien conceptualizó el espacio, diseñó el logo, aprendió y estudió para montar todas las partes del espacio. Lo he visto sacar de su tiempo de descanso, en medio de clases en línea a la vez que cuida casi full time a nuestro nieto, para atender todas las situaciones que surgen en una encomienda que es nueva y en la que vamos aprendiendo según se van sucediendo los días.

Mi hijo es mi mejor relacionista público, vive conmigo cada paso que doy, cada libro que sale, cada video que aprendo a editar, cada proyecto, cada sueño. De mi hijo he aprendido a tratar de comportarme, porque sacó toda la elegancia y don de gentes que yo no tengo. Salió profesor a pesar de mi gusto, se convirtió en mi interlocutor y maestro, compañero de conversaciones, crítico sin curitas y modelo de hijo y padre (porque mi nieto tiene el mejor papá ♥︎). Aunque no quería que fuera profesor, mucho que me he disfrutado que lo sea, entre otras cosas por las inteligentes y divertidas conversaciones que tenemos. No quiero caer en el clisé de decir que mi hijo es mi mejor amigo, porque no lo es, es mi mejor hijo, mi mayor tesoro, mi corazón adorado y mi orgullo absoluto.


Como no me gustan los cuchi cuchis de San Valentín, espero no haber escrito uno. Me perdonan si después de todo, sí. ¡Es que es mi hijo, y se lo merece! Además, hace un año y un mes que no lo abrazo. ☹

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